El Ballestero no tiene casas señoriales con portada de piedra, ni otros edificios singulares que hablen de un pasado esplendoroso. Su historia, aunque interesante, es la historia de un pueblo pequeño en que las épocas difíciles han marcado, como no, la arquitectura local.

         

   No obstante, será la Iglesia la que pueda levantar el edifico más sobresaliente del pueblo. El templo parroquial de San Lorenzo Mártir se levanta por encima del caserío, orientando al viajero hasta el pueblo, venga de donde venga. Su torre es el vigía permanente que, ahora iluminada nos guía también en la noche. Es un edifico sorprendente, resultado del trabajo de distintos personajes (arquitectos, canteros y alarifes) y distintas épocas.

    

Ya en  S. XV, debió existir una pequeña iglesia de una sola nave con bóveda de cañón y gruesos muros con contrafuertes, que posteriormente, ya en  S. XVI, se vería ampliada, por la nave del crucero y el presbiterio actuales, según traza de Andrés de Vandelvira. Este añadido del  S. XVI, de estilo renacentista, es hoy la parte admirable del templo, no sólo por la intervención del  insigne arquitecto alcaraceño, sino por la belleza de una obra austera, pero magnífica.

            La parte posterior del templo, restos de la primitiva iglesia, contrasta con esta obra en la que seguramente intervino Bartolomé Saqueros, cuñado de Andrés de Vandelvira  y maestro de cantería de prestigio reconocido. Se dispone el crucero como un espacio en el que las proporciones y la bóveda de crucería que lo cubre, hacen de la cabecera del templo una obra arquitectónica admirable. El presbiterio y crucero se hacen según el modelo del convento  dominico de La Guardia  (Jaén), aunque exento de decoración alguna, por lo que su sobriedad sorprende en las veneras que flanquean el ochavo. Los cuatro pilares con medias lunas adosadas, en los que se pueden apreciar los baquetones cortados a distinta altura, sostienen una cornisa corrida en todo el espacio cuadrado, que cubre la bóveda antes mencionada. Los cortos brazos del crucero y el presbiterio se cubren con bóvedas de cañón de magnífica factura.

            Una ventana avenerada, con la clásica mano que sostiene un pergamino, en la parte superior ilumina la cabecera del templo.  La torre se construyó en la segunda mitad del  S. XVIII  y aunque es lo más visible del conjunto no tiene un valor arquitectónico reseñable, ya que un vendaval derribó la parte superior en 1931.

De la nave trasera, separada del crucero y la cabecera por un sencillo arco de medio punto, poco hay que destacar, ya que una desafortunada actuación de reforma en los años cincuenta, derribó la bóveda de cañón y, como consecuencia, la nave perdió su encanto y el equilibrio entre muros y cubierta.  Una actuación posterior, no menos afortunada, resolvió la estabilidad de la cubierta construida con una estructura metálica. Una arquería con poca gracia, una especie de atrio y una techumbre recubierta en el interior con láminas de corcho colmaron de despropósitos esta parte del templo.

 

 

ERMITA DE LA VIRGEN DE LA ENCARNACIÓN DE VILLALGORDO:

 Se encuentra emplazada en la ladera de una pequeña colina que mira hacia la vega del río del Arquillo. A su alrededor se observan los restos de cimentaciones de un antiguo poblado de gran importancia por la extensión del yacimiento. Por su situación, en las proximidades de la Laguna del Arquillo, podemos afirmar que en los alrededores de Villalgordo existieron numerosos asentamientos dispersos, de los cuales se conservan vestigios de Arte Rupestre y algún yacimiento de la Edad del Bronce.

            Aunque esta ermita está enclavada en el término municipal de Robledo, pertenece, como anejo de la parroquia de San Lorenzo Mártir, a El Ballestero, cuya jurisdicción en 20 varas a la redonda le fue concedida en la delimitación de término con Alcaraz a finales del S. XVII. Existen numerosos documentos en el Archivo Parroquial, ahora en el Archivo Diocesano, y en el Archivo Municipal que prueban la relación de Villalgordo con El Ballestero desde tiempo inmemorial y que, según afirman historiadores como A. Pretel Marín, Villalgordo es una de las primeras parroquias que se fundan en la zona tras la conquista de Alcaraz por Alfonso VIII.

 

 

 

La Ermita es un pequeño rectángulo de 22 x 6 m. dividido en cuatro tramos por arcos diafragma apuntados, que descansan sobre sencillas pilastras. Los  primeros tramos presentan una cubierta de madera a dos aguas y el tramo de la cabecera por una bóveda de crucería de ocho elementos apoyados en cuatro columnas, que rematan  sencillos capiteles decorados con motivos vegetales. La bóveda se asienta sobre cuatro arcos apuntados, a modo de arcos torales.

            En la parte más antigua del templo y aunque la característica más dominante es de estilo gótico, las columnas adosadas a  los cuatro ángulos de la cabecera y su extraño capitel parecen indicar la reutilización de elementos de algún edificio anterior.

            Otro elemento significativo de la cabecera son los contrafuertes exteriores en diagonal que apuntalan la bóveda reforzando la función de las columnas interiores.

            Los tres tramos cuadrangulares de la nave son separados por arcos diafragma que descansan sobre pilastras y contrafuertes laterales, siendo los muros simples paramentos de cerramiento o  delimitadores de espacio, excepto el muro que separa la ermita de la casa del santero que también realiza funciones sustentantes. Los muros de mampostería están por tanto, trabados a los contrafuertes que les traspasan y tienen distinta factura en cada uno de los  tramos.

            El desnivel del terreno, descendente hacia el este, explica también el ligero desnivel desde la entrada principal hasta el presbiterio. En éste se encontraron los restos de un tosco altar de piedra del que se conserva parte de la grada y que se ha respetado en la restauración. Tras el muro de la cabecera, en el que se abre la hornacina de la Virgen, se halla la Sacristía y el Camarín  que parecen añadirse al templo con posterioridad.

        

 

 

Aneja a la ermita se encuentra la Casa del Santero comunicada discretamente con la ermita. Es de reducidas dimensiones, pero no está exenta de la gracia de la arquitectura popular prototípica de la zona, con una cocina de gran chimenea y estancias con restos de adornos de yesería que sería interesante mantener.

            El aspecto exterior del conjunto es un sobrio edificio de mampostería con una diferenciación de volúmenes que junto a los contrafuertes y la pequeña espadaña le dan una belleza singular. La puerta principal se abre en el primer tramo, en el muro sur. Es una portada conformada por piezas de sillería muy bien trabajadas que en el exterior constituyen un arco de medio punto, que se prolonga en vertical hasta formar las jambas de la portada. En el interior el arco escarzado, de mayor altura que el arco exterior, nos lleva a pensar en una ubicación distinta de la puerta de entrada que anteriormente pudo estar en el muro oeste, antes de la construcción de la Casa del Santero.