Parafraseando a Lorca que cantó su ciudad –Granada- de noviembre a noviembre podríamos contar la vida en nuestro pueblo de septiembre a septiembre. De San Miguel a San Miguel El Ballestero desgrana su calendario de días comunes y corrientes –los de las faenas cotidianas y los trabajos del momento- entre fiestas y ritos populares que anuncian los cambios oportunos de estación (las celebraciones del invierno o de la primavera) y que en nuestro pueblo hemos sabido conservar con la ilusión intacta y los gestos idénticos. Algunas de estas fiestas (La carrera de mulas por San Antón, Los bailes de Ánimas...) muy celebradas antes, no se mantienen ya sino en la memoria de los mayores que las recrean a menudo ante nuestros oídos o en esos repasos constantes de las fotos en blanco y negro a los que nadie puede resistirse.

    Resumiremos aquí –con ese calendario anunciado en el título- algunos de los momentos que  se esperan y viven y celebran en El Ballestero con mayor intensidad.

 

SAN MIGUEL.- Son las fiestas mayores, el momento en que la patrona, La Virgen de La Encarnación, regresa al pueblo, en romería, después de haber permanecido cuatro meses en la ermita de Villalgordo. Es sin duda, el momento más esperado del año, el que se vive con más alegría y mejor disposición del ánimo. La fiesta para la que todo el pueblo lleva días preparándose (enjalbegar y limpiar a fondo las casas, comprar o coser ropa nueva, recoger tomillos para las luminarias...).

  

 

Hasta hace unos años el día coincidía en el calendario con la festividad de san Miguel. Ahora se celebra siempre el último fin de semana para facilitar a toda la gente del pueblo que vive y trabaja en otros lugares el que puedan acudir. Y éste es en verdad el mayor motivo de alegría de la fecha. Nunca hay más gente en el pueblo que en el momento de la entrada de la Virgen. Quien más quien menos hace el esfuerzo y acude a San Miguel.

    Nueve noches antes, la fiesta se anuncia con Las Luminarias. En todas las puertas, a las 9 en punto de la noche, las campanas repican a fiesta y todos los vecinos a la par, prenden fuego a los tomillos secos y bien amontonados que arden al instante  y dejan en el aire el inconfundible olor que permite soñar con cualquier cosa. “Quien al monte va y Tomillo huele a la noche ve lo que quiere” dijo García Lorca. Pero Las Luminarias son también corros de conversación y risas, excusas perfectas para alargar el tiempo hablando entre vecinos, para repasar los momentos del día, para hablar de preparativos, de vísperas, en voz alta.

    En San Miguel vamos a Villalgordo –hay misa allí en la Ermita a mitad de mañana- y es allí la comida todos juntos: Carne frita con tomate y con ajos  preparada en sartenes para todo el que quiera compartir mediodía y preparar las fuerzas para la Romería.

     La Romería en Septiembre es un disfrute del camino entre sabinas y carrascas, sin los rigores ya del calor en septiembre se puede disfrutar del paisaje, hablar con el del al lado (si el paso rápido que le imprimen los quintos a la marcha te deja resollar) y comer moras o admirar las bellotas tempranas.

     Los Quintos –aun cuando ya no hay quintos oficiales- tienen encomendada la tarea de trasladar la Virgen desde la Ermita al pueblo, cada vez hay más chicas que se animan. La fiesta no decae.

     Ya en el pueblo se recibe a la Virgen en la entrada con luminarias, con carrozas de las asociaciones y la Banda de Música. Por la noche el Castillo de pólvora y luego la Verbena en la plaza... momentos para coincidir todos los vecinos.

Entrada de la Virgen de la Encarnación rodeada de luminarias de tomillo.

 

EN NOVIEMBRE…LOS SANTOS.- En las celebraciones de este mes de las ánimas, sigue siendo costumbre hacer nuégados (ver luego la sección gastronomía) la víspera. Programar El Tenorio si lo sigue llevando en repertorio alguna compañía (tiempos hubo en el pueblo en que lo preparaban los vecinos cada año). No se celebran ya los bailes de las ánimas que solían distraer las veladas en estas fechas. Momentos de diversión pero con fines piadosos.

 

DICIEMBRE, DIA 28 “EL BLANCO” O ANIMA MUDA.- Es, sin ninguna duda, una de nuestras tradiciones más queridas. Su imagen, una de las señas de identidad de nuestro pueblo. Por antigua (podría remontarse como mínimo al siglo XVI), por bien conservada: el rito se repite cada año, fiel a la tradición, apenas sin variar ninguno de sus aspectos fundamentales; porque es popular y democrática: cualquier persona –hombre o mujer, más joven o más vieja, sin distinción de clase o condición social- puede cada 28 de diciembre cumplir con la promesa de recorrer las calles, cada una de las casas de El Ballestero, y recaudar limosna para misas de ánimas.

    Debió de ser en tiempos un rito más festivo de entrada del invierno y se acomodó a la fiesta  de Los Inocentes en el calendario cristiano para sobrevivir.

    Participa de detalles como la ocultación de la persona, los fines piadosos, el atuendo todo de blanco y el mutismo (en recuerdo de las almas inocentes y mudas de los inocentes sacrificados por Herodes...) y se hace valer de una campanilla (el más valioso de sus complementos) con la que se puede seguir su paso por las calles.

    Así cada mañana del 28 de diciembre El Blanco recorre nuestro pueblo entre la expectación de los vecinos, que se preguntan intrigados quién será ese año, y cada vez más de periodistas y curiosos que vienen desde otros lugares de España para verlo de cerca.

 

 

 

 

EL 2 DE FEBRERO, LA CANDELARIA.- Esta celebración, de tipo religioso, se acomoda también al calendario litúrgico, y consiste en la ofrenda de rosquillas que se llevan a bendecir en el altar.

     Antiguamente las ofrendas se hacían en las casas en las que había nacido ese año algún niño o niño. Hoy se ha generalizado y prácticamente todo el pueblo prepara sus rosquillas ese día.

     Para la ocasión se cuecen unas rosquillas especiales –más pequeñas de lo habitual- y con matalauva (anís) en la masa.

 

 

Imagen de la plaza, en  uno de los inviernos nevados de El Ballestero

 

EL 25 DE ABRIL, SAN MARCOS.- Y por San Marcos está ya bien entrada la primavera y empieza a hacer buen tiempo en nuestro pueblo. Celebrarlo en el campo –comiendo los bizcochos-en pandillas de amigos o en familia es otro de las fechas que procuramos celebrar.

 

EN PENTECOSTÉS, LA PASCUA DE MAYO.- A veces, por ejemplo este año, ha empezado ya junio cuando tiene lugar. Nuestra Pascua de Mayo es la primera fiesta importante del pueblo. Lo primero, que anuncia el fin del largo invierno y nos prepara a todos para los meses de verano en que, junto al calor, el pueblo se anima con la gente que ya empieza a acudir por estas fechas.

    Tiene lugar  aquí La Romería  hacia Villalgordo con la Virgen de la Encarnación y con este motivo se preparan verbenas, actuaciones culturales, comidas populares... disfrutamos el momento -la Fiesta- y lo que está por venir.

                                                  Imagen de la Virgen de la Encarnación durante la romería.

 

SAN LORENZO, EL PATRÓN, EL 10 DE AGOSTO.- Las fiestas del patrón son en pleno verano, cuando más gente hay en el pueblo. Coincide con las vacaciones y, desde hace ya años, nuestros paisanos que viven fuera reservan estas fechas para pasarlas en el pueblo. Por eso hacemos coincidir en torno a San Lorenzo un programa de cultura –Verano Cultural- para disfrutar las noches en el pueblo: Cine, Teatro, Música, Danzas internacionales, Exposiciones, Verbenas y algunas excursiones por la zona para aprovechar al máximo los momentos de estar juntos.

      Pero no sólo en verano mantiene El Ballestero una importante apuesta de cultura: hay dos campañas ya consolidadas (Cultura Contra el Frío y Cultura en primavera, en colaboración con la Red de Teatros de La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha) que nos permiten traer a nuestro pueblo artistas de primera fila, y con ellos convocar a muchas personas de otros lugares de la provincia.