Datos Población
El municipio de El Ballestero tiene una extensión superficial de 138 km2 y se sitúa en la parte más oriental del Campo de Montiel, al Oeste de la provincia de Albacete. Esta altiplanicie alcanza en el municipio altitudes medias de 1000 metros en el escalón intermedio entre la Mancha y la Sierra de Alcaraz. Esta plataforma de considerable extensión, a caballo entre las provincias de Albacete y Ciudad Real, está ligeramente ondulada y claramente basculada hacia el Atlántico. Alcanza la máxima altitud en la línea El Bonillo-El Ballestero con puntos geodésicos de más de 1000 metros de altura. El terreno del Campo de Montiel y por tanto de El Ballestero, se ha considerado del triásico, con afloramiento de carniolas. En el término de El Ballestero encontramos varios puntos de gran altitud, como Cabeza de la Nava (1075 m.), Cabeza del Negro (1045 m.), La Cabezuela (1044 m.), Mirones (1044 m.) y el Cucacho (1056 m.).
EL CLIMA:
Tal vez los rasgos más característicos del clima ballestereño sean la continentalidad y la aridez de los meses de verano.
Precipitaciones.- Son más abundantes que en el llano, pero menos que en la zona de las Sierras de Alcaraz y Segura. Las precipitaciones medias están en torno a los 500 mm. anuales, abundando más en invierno y primavera. Son escasas en verano, y es julio el mes más seco. Los días de lluvia anuales suelen ser alrededor de 40 y en torno a 5 los de nieve.
Las temperaturas.- El término municipal de El Ballestero se encuentra entre las isotermas anuales de 13º C y 15º C, registrándose las mínimas en los meses de invierno (diciembre, enero y febrero), menos de 6º C y las máximas en verano, con el mes de julio con las temperaturas medias superiores a los 25º C. La oscilación térmica anual puede llegar a superar los 25º C entre medias de los meses de julio y diciembre. Si hablamos de la amplitud térmica entre las temperaturas absolutas máximas y mínimas pueden registrarse hasta 55º C o 60º C e incluso en el mismo día la amplitud térmica puede registrar más de 20º C. Los días de heladas son variables siendo los meses de enero (18 días), febrero (15 días) y diciembre (15 días) los más fríos, aunque a veces se dan heladas tempranas (en octubre) o más tardías (en el mes de mayo).
Los vientos dominantes suelen ser los del Oeste que suelen ser frescos y húmedos, aunque en primavera y verano aparece el temido aire solano, del Este, que por su sequedad hace gran daño en las cosechas durante la grana. Los vientos del Norte, o bonilleros, son los más fríos y son raros los vientos del Sur por el efecto barrera que ejerce la Sierra de Alcaraz.
Los meses de julio, agosto y septiembre son los de máxima aridez, que según la fórmula de Martonne puede alcanzar índices cercanos a 20 ya que en estos meses las precipitaciones son escasas y las temperaturas bastante elevadas. Entre 4 y 6 meses al año presentan características de sequía y si bien no es uno de los municipios con índices de aridez extrema cada año se hace más preocupante la merma en las precipitaciones.
Los datos facilitados anteriormente relativos a las precipitaciones, a la naturaleza del terreno, y a las temperaturas son factores determinantes que influyen en la red hidrográfica del municipio. Hemos de considerar también que el término municipal de El Ballestero es precisamente línea divisoria de dos vertientes hidrográficas: la atlántica y la mediterránea. La mitad occidental vierte sus aguas hacia la cuenca del Guadiana y la mitad oriental a la cuenca del Júcar. Ambas cuencas presentan una plataforma cárstica que distribuye el agua en distintas direcciones, dando lugar a arroyuelos como el de Pontezuelas que vierten en el Júcar, riachuelos como el de Pinilla que vierte al Guadiana, o a zonas endorreicas que forman navas y navajos como el de Peribáñez, La Pastora, Guardaperos o El Conchel. En ambas zonas encontramos accidentes geográficos propios del paisaje cárstico como las Torcas de Cobatillas, Torcas de Carpanta, simas y cañadas como las de la Beata, la Capellanía o Cañada Honda, además de las navas y navajos antes mencionados que no son otra cosa que grandes dolinas transformadas por la erosión e impermeabilizadas por capas de arcilla.
Viejos cauces, hoy secos, apenas se ven recorridos por el agua en años especialmente lluviosos como el arroyo de Rancho Redondo o la Cañada del Salmerón. Los arroyuelos de la Pradosa y el Chirevel llevan su cauce rebosante en la primavera sin que su corto recorrido vaya más allá de La Tejera, al perderse su curso por un sumidero natural típico del paisaje cárstico.
Los suelos predominantes en el término municipal suelen ser los rojos mediterráneos sobre material calizo que aunque buenos para la agricultura son fácilmente erosionables. La calidad de los suelos es bien distinta ya que no presenta una uniformidad en todo el término. Existen suelos predegosos y de baja calidad en el sur entre las carreteras de Robledo y Villaverde, son suelos con poca materia vegetal. Los parajes de la Cabeza del Negro y La Lastra son los de suelos de peor calidad y los mejores los que se localizan entre las carreteras de El Bonillo y Lezuza, con más centro como las zonas de El Conchel, Gil de Moya, Casa de Bustos y Peribáñez. No obstante estos suelos precisan importantes aportes de abonos para conseguir rendimientos agrícolas aceptables con compLas formaciones vegetales más típicas de este término municipal son los sabinares y encinares. Según el mapa forestal actual quedan manchas de vegetación autóctona en la zona más oriental (sabinares de la zona de Dehesa de Hortezuelos y Cañada Honda, ya en la cuenca de la Laguna de Ojos de Villaverde) y en la zona occidental (restos de sabinares, robledales y encinares en la zona de Cobatillas).
En el resto del término municipal, apenas quedan mechones de monte bajo aislados y algunas dehesas de encinas ya que la acción del hombre ha ido mermando las zonas de monte autóctono. En los años 40 y 50 se roturaron zonas de baja producción agrícola y se talaron más de un millón de pies de sabina maderables. Con la mecanización del campo se arrasaron grandes encinas y robustos robles en zonas de cultivo.
Otras especies arbustivas como el tomillo, el romero, la aliaga, la retama o los espinos, sólo se encuentran en las lindes y zonas aisladas donde se mezclan con monte bajo. En los años 80 se reforestó con sabina albar una amplia zona pedregosa en la zona de Cabeza del Negro y Arrodiaicos que ha evitado la erosión de esos parajes y la regeneración de la zona, donde han crecido de forma natural algunos arbustos y brotado nuevas sabinas aumentando así la superficie forestal del término. A ello han contribuido algunas reforestaciones privadas que pueden seguir recuperando tierras marginales e indebidamente roturadas con anterioridad con compuestos nitrogenados, lo que supone contaminar los acuíferos, por su porosidad.
DEMOGRAFÍA:
Aunque se disponen datos anteriores al siglo XIX, recogidos en otros trabajos dispersos en Caleseros y programas de fiestas, consideraremos la evolución del S. XX por ser estadísticamente la más fiable y por disponer de datos concretos respecto de las tasas de natalidad y mortalidad así como de los movimientos migratorios que nos afectan.
A finales del S. XVIII El Ballestero contaba con poco más de 500 habitantes que vivían en unas condiciones bastante miserables según se constata en la documentación del Archivo Municipal. No obstante durante el S. XIX la población de la localidad irá aumentando paulatinamente desde los 1200 habitantes que la habitaban a mediados de ese siglo hasta los 1681 con los que contaba en 1900. Desde 1900 a 1950 va a aumentar la población aunque no significativamente, consiguiendo en 1949 el máximo de población registrada con 1858 habitantes.
Como puede verse en el gráfico adjunto la población desciende hasta los 1528 habitantes de 1930 debido a la emigración de algunas familias hacia Argentina y por los efectos de la gripe española de 1918-19. En la segunda mitad del S. XX el descenso de población es muy importante hasta 1970 como consecuencia de la gran pérdida de las gentes más jóvenes y dinámicas que se ven obligadas a emigrar hacia zonas industrializadas como País Vasco, Barcelona o Madrid, además de un gran contingente de trabajadores agrícolas sin cualificación que emigraron a Villarreal de los Infantes (Castellón). Tal vez el año 1964 sea el de mayor pérdida de población porque en un solo año se pierde la mitad de la población del total perdido en esa década. Desde 1970 la pérdidas de población por emigración son menos llamativas, si bien la población sigue una tendencia descendente. La causa de esta merma de población se debe a movimientos naturales ya que con una población envejecida la tasa de natalidad será cada vez menor y la tasa de mortalidad será más alta. La consecuencia de todo ésto es un crecimiento natural negativo que nos lleva a terminar el siglo XX con una población de 560 habitantes y contar con sólo 514 habitantes cuando comienza el año 2006.
Actualmente El Ballestero es uno de los municipios con una densidad de población más baja (4 hab./km2.) y sin muchas esperanzas de crecimiento a corto plazo, si no se produjera una vuelta de jóvenes al municipio, y un flujo migratorio positivo.
Como podemos ver en la comparación con los municipios de la zona, el comportamiento demográfico ha sido similar: pérdida de población en todos ellos, a excepción de Munera y Ossa de Montiel que muestran una dinámica distinta en los últimos años.